Cuando unos ojos se alzan hacia otros ojos. Faros solitarios en mitad de un océano oscuro que se
descubren, deslumbrándose. Por fín la radiante luz encuentra su destino; en reflejo, comienzan a habitarse. Cesa el furioso rugir de las olas, el deseo naúfrago en un mar de fuego y hielo, se entrega a la cálida costa.
(Desde la isla de lo posible)
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